En el marco del Día Mundial de las Aves, celebrado cada 10 de enero para sensibilizar sobre la importancia de estas especies y los desafíos que enfrentan, desde Chile Origen Consciente conversamos con Cristóbal Briceño, destacado MV, PhD y profesor de Medicina Preventiva Animal de la Facultad de Ciencias Veterinarias y Pecuarias de la Universidad de Chile.
El diálogo se centró en una problemática de creciente relevancia: el impacto de las especies invasoras en los ecosistemas urbanos chilenos, un tema crucial para la biodiversidad y el bienestar tanto de la fauna como de los habitantes de las ciudades. Briceño, con su amplio conocimiento y experiencia, entregó una visión integral sobre cómo estas especies, como la cotorra argentina, alteran el equilibrio ecológico y afectan la vida cotidiana y la salud pública.
La entrevista también abordó las políticas y estrategias necesarias para el manejo y control de estas especies, destacando la importancia de la cooperación entre el sector público y privado. Asimismo, el entrevistado situó en un plano de relevancia los desafíos y oportunidades que esto presenta para los ciudadanos, quienes debiesen tener un rol de guardianes activos de la biodiversidad urbana.
– Desde una perspectiva urbana, ¿cuáles son los desafíos más significativos que presentan las especies introducidas en las ciudades chilenas?
Las especies invasoras representan una de las amenazas más importantes para la biodiversidad junto a la destrucción de hábitats, contaminación, cambio climático y las enfermedades emergentes a nivel global. En ciudades, las especies invasoras -que han logrado establecerse y transformarse en sinantrópicas, tienen la capacidad de modificar su entorno, por ejemplo homogeneizando el paisaje, es decir haciéndolo menos diverso, más uniforme.
Desde lo urbano, las especies que han logrado establecerse en general son consideradas plagas, dado que alcanzan numeros poblacionales importantes, desplazando a otras especies y generando un detrimento en el bienestar humano. Así, ratas, guarenes y ratones, palomas, gorriones y cotorras argentinas generan algún tipo de impacto a nivel urbano.
Cada especie invasora tiene sus propias características y desafíos en cuanto a su control. En el caso de la cotorra argentina, yo diría que el desafío más grande es que a mucha gente le agrada, dificultando su control en todo el mundo. Así fue como se dispersó y estableció en primer lugar, como una mascota. En segundo lugar, al construir nidos que utiliza durante todo el año como refugio y a gran altura, su manejo se complejiza mucho.
– ¿Cómo afecta la presencia, por ejemplo de la cotorra argentina a la industria y al comercio en áreas urbanas?
La cotorra argentina es precisamente una especie que es capaz de modificar el entorno. Trabajando en Santiago en un proyecto Fondecyt logramos establecer que varias especies de aves utilizan los nidos de cotorra. Por esto, y dado la cotorra está generando una vacante, al ser la única especie de ave que fabrica nidos completos y tan resistentes, le da la categoría de ingeniera ecosistémica. A primera vista uno podría creer que es algo bueno, pero también hemos visto como la cotorra alberga parásitos chupadores de sangre, que no solo afectan la salud de otras aves, sino también la salud humana. Un riesgo que se ha producido en otros países como Italia es el paso de éste parásito a las aves domésticas como gallinas.
– ¿Existen programas de manejo o control de la cotorra argentina que usted considere ejemplares o efectivo?
En general el control y manejo es caro, o bien rechazado por la opinión pública. En Estados Unidos, la gente ha protestado cuando han removido nidos construidos en postes eléctricos que generan cortos circuitos con apagones. Se han intentado muchos manejos, y según estudios internacionales, el control letal con rifle de aire comprimido es el método más eficiente, logrando erradicar las cotorras de Zaragoza en España. La mayoría de otras intervenciones como tala de árboles, pinchazo de huevos o capturas vivas tienen muy poco impacto o fomentan la dispersión de esta invasora.
– ¿Cómo pueden colaborar los habitantes en las ciudades para controlar la población de especies invasoras sin afectar negativamente el ecosistema urbano?
Primero, interesándose en nuestra fauna y en cómo se afecta por estas amenazas como las especies invasoras. Luego, aprendiendo sobre sus impactos para tomar acción y cuidar nuestra biodiversidad. En concreto, los ciudadanos deben conocer los riesgo de la tenencia irresponsable y el impacto que producen las especies, incluso las domésticas como perros o gatos, cuando se comportan como tal y persiguen o cazan fauna.
En el caso de las cotorras, por ejemplo apoyando – o al menos no obstaculizando- iniciativas de control municipal. También, eligiendo líderes que abordan y se preocupan por estos temas.
– ¿Cuál es la importancia de la cooperación entre el sector público y privado para gestionar la fauna urbana?
La cooperación público-privada es fundamental. El problema de las especies invasoras es muy complejo, y sobre todo desde el punto de vista de la opinión pública. Tanto desde el sector público gubernametal y sus agencias como el SAG o Ministerio del Medio Ambiente, municipalidades y la academia estamos todos alineados y reconocemos estas especies invasoras como una amenaza a nuestro patrimonio natural y más reciente la salud animal y humana. Así, por ejemplo, encontramos un parásito que porta la cotorra argentina y puede enfermar a animales como mascotas y personas en la ciudad, las cuales vivimos bajo la influencia de cotorras. Ojo que no solamente en Santiago, en ciudades como Concepción, Temuco, Antofagasta y Valparaíso también abunda la cotorra argentina.
– ¿Qué políticas podrían implementarse para prevenir la introducción de nuevas especies invasoras en ambientes urbanos?
En primera instancia creo que fortaleciendo la normativa y su fiscalización. Endurenciendo las sanciones a quienes sean responsables de tráfico e introducción de especies. También, creo que sería importante fiscalizar, no solamente en las fronteras, sino también poner ojo en el movimientos de animales dañinos dentro de nuestro territorio. Lamentablemente, en Chile aún existe fauna exótica comercializada en forma ilegal como geckos, o incluso fauna nativa como lagartijas y arañas pollito.
– ¿Qué impacto económico ha observado debido a la presencia de especies invasoras como la cotorra argentina?
En general las cotorras se han mantenido en ambientes urbanizados. Una teoría plantea que podría ser por menor abundancia de sus propios depredadores naturales como aves rapaces; cernícalos o peucos. Tengo una estudiante de doctorado que precisamente está investigando el impacto de las cotorras. Además de desagrado (estridencia o ensuciar) en algunos ciudadanos, se reportan consumo y destrucción de frutos como almendras, higos, manzanas y peras. De hecho, reportamos el consumo de patagua (especie endémica chilena) por parte de cotorra argentina. Otros impactos se relacionan con costos de manejo como bajada de nidos a gran altura o con riesgo de caída por parte de municipalidades (en espacios públicos) o privados (dentro de patios de vecinos). Los nidos pueden llegar a pesar 200 kilos y encontrarse a gran altura; en Santiago el promedio de nidos se encuentra a 14 metros de altura. Desprendimientos de nidos han sucedido también en Santiago, con daño a la propiedad privada como techumbres y autos o incluso conocemos el caso de una persona que le cayó un nido encima.
Por último, recientemente hemos detectado algunos patógenos en cotorras que pueden permancer en el ambiente por meses e incluso afectar la salud de personas como la circulación de Chlamydophila sp. en cotorras.
LINKS de interés:
https://www.mdpi.com/2076-2615/9/11/923
https://www.scielo.br/j/rbpv/a/KK3tNcq4Mn7VzZJhFVkMGzR/?lang=en
https://onlinelibrary.wiley.com/doi/10.1111/zph.13067